Recursos y Herramientas

En este apartado te compartimos información que está directamente relacionada con nuestra investigación científica.

¿Por qué es importante contar con ayuda profesional tras una cirugía oncológica?

Si te has sometido a una operación para resecar un tumor, seguramente estás experimentando cierto malestar físico y/o psicológico. Así, hasta la mitad de los pacientes expresan síntomas como ansiedad, depresión o somatizaciones, y un porcentaje importante presenta también sintomatología física relacionada con la pérdida de peso o de apetito. Si esto te sucede, es posible que sientas que has perdido calidad de vida, que encuentres más dificultades para hacer algunas actividades o que tengas otros síntomas físicos molestos.
 
Además, si te han dicho que tendrás que hacer quimioterapia, seguramente tendrás algunas dudas y preocupaciones. Todo esto es normal en el proceso que estás viviendo, pero que sea normal no quiere decir que no podamos hacer nada para mejorar.

Tengo problemas de sueño, ¿Qué puedo hacer?

Es muy habitual que, durante un proceso oncológico, aparezcan problemas de sueño, que pueden surgir en diferentes momentos.
 
Uno de los momentos clave es aquel en el que hemos superado una cirugía y estamos esperando la quimioterapia. Es normal que, en esa etapa, surjan preocupaciones que pueden influir en nuestro sueño. Así, muchos pacientes expresan que tienen dificultades para quedarse dormidos, o bien que se despiertan durante la noche, que sienten que su sueño no es reparador, etc.
 
Las alteraciones del sueño afectan a nuestra calidad de vida, ya que repercuten en cómo nos encontramos durante el día. Si no descansamos bien estaremos más fatigados, y podemos sentir que nos cuesta más sacar adelante las actividades del día a día, o que estamos más decaídos.
 
Por otra parte, estos problemas suelen estar asociados a las preocupaciones que nos genera el tratamiento y a los miedos que nos surgen por la enfermedad, y muchos pacientes manifiestan tener síntomas de ansiedad y/o depresión, que pueden contribuir a empeorar la nuestro descanso.

Tu historia es muy importante.

Tu historia es muy importante. Por supuesto lo es para ti, tu familia y tus amistades. Pero también para nosotras. Cada historia es diferente y, de cada una de ellas, aprendemos algo que nos permite mejorar; algo que nos permitirá acompañarte mejor en tu proceso, y acompañar a otras mujeres.
 
Si te han diagnosticado un cáncer, independientemente del momento en el que te encuentres, es posible que sientas incertidumbre, incredulidad, desesperanza, vulnerabilidad… que sientas incluso que debes adoptar una nueva identidad como paciente, desde la cual has de enfrentar, además del cáncer, tu vida personal, familiar, social y laboral.
 
Hoy en día sabemos que los pensamientos y emociones que experimenta una persona durante su proceso oncológico son fundamentales, no sólo tras el diagnóstico, sino también durante el tratamiento y la recuperación. A veces, por desgracia, aparece una recaída.

¿Qué síntomas psicológicos pueden aparecer cuando padeces un cáncer de mama?

Cada persona tiene su propia historia; y cada tipo de cáncer, también. Así, las pacientes con cáncer de pecho a menudo son diagnosticadas siendo jóvenes, y tienen más probabilidades de experimentar síntomas físicos y psicológicos en comparación con personas diagnosticadas de otro tipo de tumores.
 
Tres de cada cuatro mujeres con cáncer de mama manifiestan sentir fatiga -que puede persistir incluso años después del tratamiento-, y son muchas las que padecen síntomas depresivos. Todo ello disminuye la calidad de vida tras el diagnóstico, cuando empiezan el tratamiento, e incluso tras la recuperación.
 
Otro concepto que se ha demostrado importante es el pesimismo. Éste puede predecir la reacción que tiene la persona ante un evento tan estresante como un diagnóstico de cáncer, y se asocia al estado general de salud.
 
La fatiga, la depresión o el pesimismo se han asociado con un deterioro en el funcionamiento físico, cognitivo, emocional y social de las pacientes, así como de su calidad de vida y su estado global de salud. De todos ellos, la depresión es el que ha mostrado tener un mayor impacto negativo sobre la salud general, con una influencia relevante sobre la tolerancia de la quimioterapia adyuvante, obstaculizando así la adherencia al tratamiento, y disminuyendo las habilidades para afrontar la enfermedad.
 
Por otra parte, se ha visto que las mujeres que experimentan más fatiga, problemas de sueño y depresión antes de empezar la quimioterapia son también las que más fatiga experimentan durante el tratamiento, de modo que dicha fatiga no se debe únicamente a la quimioterapia, sino que tiene un origen multifactorial.

La importancia de la relación entre los profesionales sanitarios y los pacientes oncológicos.

La quimioterapia es uno de los elementos básicos en el tratamiento del cáncer, pero con frecuencia causa efectos secundarios desagradables como fatiga, náuseas y vómitos, insomnio o dolor. Estos efectos secundarios influyen negativamente sobre la calidad de vida de las personas que se someten a este tratamiento, e interfieren con su vida personal, familiar, laboral y social. Dichos efectos pueden variar según las características del cáncer; además, las mujeres y las personas jóvenes los sufren con más frecuencia. Todo ello hace que, en ocasiones, estas personas acaben padeciendo síntomas depresivos, pudiendo llegar a arrepentirse de haber iniciado el tratamiento.
 
Por otra parte, es importante controlar la toxicidad de la quimioterapia, ya que en ocasiones es necesario bajar las dosis, prolongar los intervalos entre sesiones o suprimirla antes de tiempo.
 
Además, aquellos pacientes que presentan una peor calidad de vida y una mayor insatisfacción con los cuidados y la información proporcionados por parte del personal sanitario presentan un mayor rechazo al tratamiento.

La importancia del apoyo social en el afrontamiento del cáncer de mama.

Un diagnóstico de cáncer de mama implica un gran impacto psicológico, y es habitual experimentar estrés y miedo, entre otras cosas. Se abre así un proceso en el que la mujer afronta una experiencia nueva y compleja, y este afrontamiento tiene aspectos conductuales, mentales y emocionales, pero también sociales.
 
Así, hay diversos factores que influyen sobre cómo cada mujer afronta este diagnóstico, y uno de los factores más relevantes es el apoyo social que percibe tras el mismo, de manera que aquellas mujeres que sienten que tienen un mayor apoyo social, afrontan mejor la enfermedad, con estrategias más adaptativas, y tienen un mayor bienestar.
 
La edad es otro factor relevante, ya que se ha visto que mujeres de mayor edad podrían usar estrategias de afrontamiento menos eficaces que las más jóvenes. Es importante prestar atención a este hecho y a los factores que están influyendo en el mismo como, por ejemplo, que algunas mujeres jóvenes puedan vivir el cáncer como un desafío, y esto les ayude a vivirlo de forma menos aversiva.
 
Otro factor que ha mostrado su importancia es el nivel educativo de modo que, a menor nivel educativo, las mujeres experimentan más desesperanza y más sentimientos negativos, y parecen tener una mayor sensación de falta de control.

Optimismo, apoyo social y espiritualidad en el proceso oncológico

La espiritualidad se puede entender de muchas maneras. Para algunas personas es sinónimo de religiosidad; para otras, tiene que ver con encontrar un propósito en la vida o un significado a la propia existencia; otras personas la entienden como un sentimiento de paz consigo mismas. Sea cual sea el significado que tenga para nosotros, este concepto tan amplio y complejo es especialmente relevante en situaciones vitales complicadas. En el ámbito de la salud, por ejemplo, se entiende a menudo como la necesidad de dar un significado a la vida y sus experiencias, incluyendo -o a pesar de- la enfermedad.
 
Cuando nos encontramos ante un diagnóstico de cáncer a menudo nos invade la idea de la propia muerte, y surgen preocupaciones existenciales que necesitamos gestionar. A lo largo de todo el proceso, hay pacientes que encuentran un nuevo significado a sus vidas y sus relaciones, y es importante ayudar a encajar la experiencia dentro de la historia de vida de la persona. Esto puede ayudar, entre otras cosas, a manejar el estado emocional y afrontar mejor la enfermedad, llegando incluso a experimentarla como una oportunidad de crecimiento personal.
 
Así, en el contexto oncológico, la espiritualidad se ha asociado con un mayor bienestar psicológico y un mejor manejo del cáncer. Además, es un elemento positivo a la hora de tomar decisiones relacionadas con el tratamiento en un contexto de gran incertidumbre, en el que la persona experimenta miedos hacia los posibles efectos adversos del tratamiento, sin conocer cuál será el alcance de sus beneficios. Por ello, resulta de gran utilidad preguntar a la persona por sus creencias.
 
Por otra parte, sabemos tanto el optimismo -entendido como un recurso que nos ayuda a gestionar los factores estresantes que no podemos controlar- como el apoyo social influyen positivamente sobre la salud, y también sobre el bienestar espiritual.

El impacto de la obesidad en el cáncer de colon

Actualmente sabemos que la obesidad tiene diversos efectos negativos sobre nuestra salud. También sabemos que se trata de una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo, y que tiene tratamiento.
La obesidad es un factor de mal pronóstico para algunos tipos de cáncer, especialmente para aquellos que afectan al tracto gastrointestinal. Además, influye en la elección del tratamiento, la inclusión de los pacientes en posibles ensayos clínicos, e incluso en la dosis de quimioterapia administrada.
Por otra parte, las personas supervivientes de cáncer tienen más probabilidades de sufrir obesidad a causa de los fármacos administrados, de posibles cambios hacia un estilo de vida más sedentario debido a las secuelas, etcétera.
Finalmente, las personas que padecen cáncer y obesidad presentan un mayor número de enfermedades comórbidas, experimentan más dolor y un mayor grado de malestar psicológico, incluyendo una menor percepción de apoyo social y sintomatología depresiva. Además, abandonan con más frecuencia el tratamiento y se han encontrado datos que apuntan a una mayor tasa de recaídas (si bien éstas no se asociaron a una menor tasa de supervivencia).